En la sociedad de su tiempo, donde la supremacía de lo masculino constituía el sentido común, la mujer jugaba un papel que claramente la supeditaba al varón. Frida encarnó un nuevo tipo de mujer: autosuficiente, fuerte y de características sexuales andróginas. En el México de entonces de tendencia machista, esta mujer adoptó actitudes y rasgos varoniles. Se representó en su obra con un físico fuertemente ambiguo con algunos rasgos masculinos exagerando sus cejas y su incipiente bigote.
Fue de las primeras pintoras que expresó en su obra su identidad femenina desde su propia óptica de sí misma como mujer, rechazando la visión de lo femenino que se dibujaba desde el tradicional mundo masculino. Ella fue una de las que contribuyó en la formación de un nuevo tipo de identidad para la mujer y es reconocida, hoy, como un símbolo.
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